IV:II

"—Muchas veces he pensado que
el espejo de mi percepción está roto,
pues toda las interpretaciones que obtengo
del mundo
son fragmentarias...

Así, todo lo que no esté roto
debe romperse
pues la única comprensión posible
es el fragmento

aquello que contiene lo simple,
aquello que tiene sentido.

El unir dos o tres fragmentos,
cual piezas de rompecabezas,
equivale a un descubrimiento científico,
a una revolución del pensamiento,
a una revelación...
un milagro posible si se toman en cuenta
todas las probabilidades
en el espacio
del azar.
No lo que buscábamos, pero la sensación es única
e indeleble.

Mientras tanto, no queda otra cosa más qué hacer
que aprender de los fragmentos...

—¿Llegar a completar el rompecabezas? Ja. Imposible.
Pero más que imposible, innecesario: ¿por qué?
Porque la totalidad sigue aquí
y sólo hay que estar abierto a percibirla toda ella.

La plenitud está aquí
y se dirige hacia el horizonte.

—La plenitud es decir

te amo aquí
y mi amor no encuentra límites.

—No sé si se pueda, pero, en todo caso, la plenitud es,
obviamente, lo único que no vale la pena romper...

Mientras tanto...

—Mientras tanto..."