Thursday 4 August 2011

II:IV

XI. La carta de las aves

Enviar un mensaje a alguien es muy sencillo.

Basta con hacer una llamada telefónica, enviar una carta, un fax, un mensaje de texto, un correo o un telegrama.

Estos son medios directos y prácticos para expresar claramente lo que se quiere decir.

Sin embargo, a veces se tiene ganas de hablar, sólo para confiarle a alguien una pequeña felicidad, una decepción que vuelve con fuerza a la memoria o simplemente un abatimiento que viene filtrándose en la vida cotidiana y en la piel del bienestar. En ese momento, las palabras son demasiado grandes para un telegrama, las frases son muy largas para una carta, la tinta de fax desdibuja demasiado los pensamientos que hay entre líneas y el ruido del teléfono o la computadora cubren los murmullos de los sentimientos.

Entonces, busca un ave en el cielo, un ruiseñor con un canto herido o a una tortuga que envuelva su risa con el movimiento del viento y confíale tu estado de ánimo.

Hay palabras que no resisten el viaje de un corazón a otro. En esos casos, simplemente habla con las aves y deja a tus sentimientos al aire libre.


de Vagabondances

Autor: Paul de Glécy
Título original: La lettre des oiseaux
Traducción: Carlos F. Diez Sánchez

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